Tras la pandemia, la imprenta ha tenido una salida de la crisis agridulce en función de a quién
se realice la consulta. Por un lado encontramos las empresas del sector que ofertan sus
productos de impresión a través de un e-commerce, webs cuya producción está afincada fuera
de España y que gracias a las ventas online no tuvieron que parar su producción durante el
confinamiento y la pandemia, ya que los pedidos de sus clientes llegaban a través de su web
sin tener que salir de casa. Además, al considerar las empresas de mensajería y transportes
como sectores esenciales que debían continuar con sus actividades en esos difíciles
momentos, todos los productos de estas imprentas “online” continuaron llegando a sus
destinos. Fue una ventaja cualitativa que supuso un desahogo para estos negocios.
Pero en cambio, si nos dirigimos a preguntar a las imprentas tradicionales, con empelados
técnicos y maquinaria de producción en una nave industrial o local, la situación no ha sido tan
fácil. Ha habido muchos gastos fijos que cubrir, ERTE´S etc y ahora en la salida de la pandemia
la subida de la luz, del papel y de los costes de transporte han hecho estos mese muy cuesta
arriba. Muchos negocios han tenido que echar el cierre definitivo.
Su sector complementario, el de las empresas de buzoneo y reparto de publicidad han vivido
también momentos complicados durante el confinamiento. Las empresas se vieron obligadas
a parar su actividad por orden de las autoridades sanitarias, al no considerarse actividad
esencial. Esta decisión no cayó bien en el sector y no se comprendió, ya que por definición
el buzoneo no se desarrolla entrando en contacto con los vecinos de las viviendas, ya que
los folletos se depositan en los buzones de los portales. Muchas empresas tuvieron que
cerrar definitivamente, mientras veían como empresas de mensajería que si tenían que
llegar hasta las puertas de los destinatarios, seguían desarrollando su actividad con
normalidad como si nada ocurriese.

Las empresas que pudieron aguantar las dificultades, han recuperado rápidamente muy
bien la actividad, y están facturando en general de forma similar a tiempos anteriores a la
pandemia. Aunque menos que su sector hermano las imprentas, también están sufriendo
los rigores de la subida de precios por la guerra de Ucrania. Los costes de ejecución de los
repartos se han incrementado mucho por la subida de la gasolina y el diésel, en un sector
que vive continuamente desplazándose para realizar los repartos de sus clientes.